lunes, agosto 10, 2020

UNA LECTURA

 

LECTURA- 2° A Y B

LAS HUELLAS DEL TATÚ de Gustavo Roldán


El sol era como un fuego redondo y amarillo. Solo las iguanas se animaban a salir a pasear, mientras los otros animales se quedaban bajo los árboles buscando el lugar más fresco.

-Hasta conversar me da calor-dijo el coatí.

-Este sol nos va a borrar las huellas-dijo el conejo.

-¿Huellas?-dijo la lechuza-.El que siempre hablaba de huellas era el tigre. Miraba una huella y decía: Por aquí pasó una vizcacha de cara blanca, iba apurada y preocupada y recién acababa de almorzar. O decía: Hace un ratito nomás pasó al trote un ñandú con un pajarito cantor en el lomo.

-¿Y le acertaba siempre?

-¿Siempre? Ni una sola vez. Pero quién le iba a discutir si era el tigre. El coatí mostró unas marcas al lado de un árbol y dijo:

-Esta mañana pasó un amigo y estuvimos juntos un rato. Aquí quedaron sus pisadas. ¿Alguno se anima a decir de quién son?

Todos miraron y miraron. Estudiaron las huellas una y otra vez, pero nada. Solo veían un poco de tierra removida y alguna ramita quebrada. ¿Quién habría pasado?

El único que se acercó fue el sapo. Se quedó mordiendo un pastito, como indiferente.

-Y usted, don Sapo-dijo el mono-,¿no se anima a descubrir quién pasó por aquí?

-Y…-dijo el sapo-,como animarme me animo.

-¿Usted sabe de huellas, don Sapo?-preguntó el coatí.

-Ja-dijo el sapo-, no es por presumir, pero este sapo no estaría aquí si no supiera de esas cosas.

Se acercó sin apuro, y todos los bichos se apartaron haciendo un círculo alrededor de las huellas. El sapo las miró, dio una vuelta y se quedó pensativo.

-Y, don Sapo- dijo el mono-, ¿puede leer en esas huellas?

-Ja-dijo el sapo-, como en un libro cerrado.

-Abierto, don Sapo.

-No, m´ hijo, cerrado. Total, no sé leer.

-¿Qué dicen esas huellas?

-Cómo decir, no dicen nada, porque no saben hablar.

Miren, por aquí pasó un tatú que rengueaba de la pata izquierda. Iba comiendo una naranja, tenía un lunar en la oreja y una mariposa en el lomo.

-Sí, sí, don Sapo. Así era-dijo el coatí.

-No se apure, m´ hijo, que todavía falta. Aquí se paró y se rascó la panza.

-¡Eso es magia, don Sapo! ¡Qué sabiduría para leer huellas! -dijeron todos admirados.

-No se apuren. Era un tatú gordito y estaba muy contento. Después se fue silbando un chamamé. Sin duda era un tatú enamorado que iba a visitar a su novia que se llama Margarita, y que lo esperaba al lado del río.

-Sí, sí don Sapo. Todo eso es cierto- dijo el coatí-. Yo charlé un ratito con el tatú y me contó todo eso.

Los animales lo miraban con los ojos muy abiertos. Ya se habían olvidado del sol, que era como un fuego amarillo y redondo. Sólo pensaban en la habilidad del sapo.

-Ja- dijo el sapo mordisqueando un palito de costado-. Si sabrá de huellas este sapo.

Y se fue a sentar a la mejor sombra, pensando en las ventajas de ser chiquito y poder quedarse entre los yuyos escuchando conversaciones sin que nadie se dé cuenta.

                                                                              - FIN –

Esperamos que les haya gustado el cuento, ahora respondan en su cuaderno:

  1. ¿Qué desafío le propone el coatí a los otros animales?

  2. ¿Quién acepta la prueba? ¿Sale victorioso del desafío? ¿Por qué?

  3. ¿Puede el sapo leer huellas? ¿Cómo sabe tanto sobre el tatú?

  4. ¿Qué emoción demuestra el sapo cuando dice:

"-Ja- dijo el sapo mordisqueando un palito de costado-"?

FECHA DE ENTREGA: VIERNES 14/8.

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