La desobediencia debida
La Batalla de Tucumán fue un enfrentamiento armado librado el 24 y 25 de septiembre de 1812 en las inmediaciones de la ciudad de San Miguel de Tucumán, durante la Segunda Expedición Auxiliadora al Alto Perú en el curso de la Guerra de la Independencia Argentina. El Ejército del Norte, al mando del General Manuel Belgrano, a quien secundara el Coronel Eustaquio Díaz Vélez en su carácter de Mayor General, derrotó a las tropas realistas del Brigadier Juan Pío Tristán, deteniendo el avance realista sobre el noroeste argentino. Junto con la batalla de Salta, que tuvo lugar el 20 de febrero de 1813, el triunfo de Tucumán permitió confirmar los límites de las Provincias Unidas del Río de la Plata bajo su control.
Pero lo cierto es que, por aquellos tiempos, el Triunvirato le había ordenado a Belgrano que retrocediera hasta Córdoba. Sin embargo, Belgrano no obedeció y se detuvo en Tucumán, donde la población estaba dispuesta a sumarse al ejército y acompañar heroicamente la defensa territorial. Recordemos que Belgrano se había hecho cargo del Ejército del Norte tras la derrota de Huaqui (Bolivia) y tenía su cuartel general en Jujuy.
Batalla de Tucumán – Francisco Fortuny (1865-1942)
«Son muy apuradas las circunstancias, y no hallo otro medio que esponerme á una nueva acción: los enemigos vienen siguéndonos. El trabajo es muy grande; si me retiro y me cargan, todo se pierde, y con ella nuestro total crédito. La gente de esta jurisdicción se ha decidido á sacrificarse con nosotros, si se trata de defenderla y de no, no nos seguirán y lo abandonarán todo, pienso aprovecharme de su espíritu público y energía para contener al enemigo, si me es dable, ó para ganar tiempo a fin de que se salve cuanto pertenece al Estado. Cualquiera de los dos objetivos que consiga es un triunfo y no hay otro arbitrio que esperarse. Acaso la suerte de la guerra nos sea favorable, animados como están los soldados y deseosos de distinguirse en una nueva acción. Es de necesidad aprovechar tan nobles sentimientos, que son obra del cielo, que tal vez empieza á protegernos para humillar la soberbia con que vienen los enemigos, con la esperanza de hacer tremolar sus banderas en esa capital. Nada dejaré por hacer. Nuestra situación es terrible, y veo que la patria exige de nosotros el último sacrificio para contener los desastres que la amenazan» (textual: Bartolomé Mitre en “Historia de Belgrano”. Volumen II. Pág. 41- 2.).
La historia dirá que la inteligente «desobediencia» de Belgrano, peleando en Tucumán, salvó la patria.
Bibliotecarias
Anita y Andre
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